Tus superhéroes están deprimidos
Con motivo del día mundial de la salud mental, abrimos un melón que nos apetece y acongoja a partes iguales: salud mental y masculinidad.
¿En qué piensas cuando lees la palabra “depresión”? Pues probablemente en alguien taciturno, oscuro, ensimismado… abatido por numerosos traumas.
Normalmente no piensas en ti... Ni en tu mejor colega... Ni en tu compañero de curro... tampoco pensarías en Batman 🦇.
Y todo eso es un error porque tendemos a imaginar la salud mental como algo lejano a nosotros; cosa de locos. Cuando en realidad está mucho más cerca de lo que te imaginas.
BATMAN ESTÁ MUY MAL (AUNQUE NO LO PAREZCA)
T R A U M I T A de libro
Hay estrés post-traumático. Hay obsesión compulsiva. Hay trastorno antisocial de la personalidad. Y hay depresión. MuchIIIIIIIísima depresión.
No lo decimos nosotros, sino análisis y libros (¿Qué le pasa a Batman?) escritos por psicólogos desde un punto de vista clínico. Batman es una persona profundamente infeliz, que transforma el dolor emocional en una respuesta física violenta.
Expía su depresión dando hostias como panes a criminales.
De puertas hacia fuera, a Batman le va de pm. Se hace dueño de su vida.
Pero de puertas hacia dentro sufre la misma desolación y vacío emocional que cualquier deprimido.
NO HABLES, NO PREGUNTES
Un hombre inteligente, admirado por toda la sociedad, mazadísimo, puto CEO de una de las mayores corporaciones de Gotham, sofisticado, guapo, con toda la tecnología que el dinero puede comprar… y con una motherfuckin batcueva. ¿Quién no ha querido alguna vez ser Batman?
¿Cuántas veces hemos admirado el hecho de que nunca (nunca) sonría? Es un tipo duro. No deja que nada le afecte. Un HOMBRE en mayúsculas.
Y la realidad es que Batman no sonríe porque no es feliz. Nunca lo ha sido. Y como él muchos otros superhéroes a los que admiramos. Si DC pusiera un psiquiatra personal a todos sus personajes, ¿seguiríamos teniendo cómics?
Pero eso ni lo pensamos... No le pasa a los superhéroes. No le pasa a la gente ‘de éxito’. No le puede pasar a gente como nosotros, normales.
Si ocurre… es que estamos mal; es que somos defectuosos. Y entonces, lo mejor es callar no vaya a ser que alguien nos lo note.
En muchos sentidos, los hombres hemos aplicado con la salud mental la misma política que el ejército estadounidense con la homosexualidad: don’t ask, don’t tell. No preguntes por ella, no hables de ella.
DESMONTANDO AL “HOMBRE FUERTE”
Una “nueva” masculinidad positiva
La masculinidad, como idea, se ha quedado muy atrasada respecto a esto de la salud mental. Es hora de cambiar el paradigma sobre lo que ser hombre, ser fuerte, implica en este aspecto.
Es hora de que los hombres también abracen el "self-care", terreno donde la toma de conciencia ha cambiado hace mucho tiempo ya entre las mujeres y donde nosotros, con todo el retraso que llevamos… podemos/debemos entrar.
Porque ser fuerte no significa callar, apechugar y salir luego a repartir hostias a los malos… sino abrirse; no es reprimirse, sino aceptar tus debilidades y abrazarlas; no es no sonreír, es asumir que tú también tienes un abanico de emociones.
Es, en definitiva, ser menos como Batman. Que Batman está #putofatal.
Y cuando uno está mal, pide por la boca ayuda. No combate el crimen vestido de murciélago.
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